jueves, 10 de diciembre de 2009

Las luces del camino

Ayer salí solo y sin rumbo fijo 
y sentí la misma extraña sensación de siempre, 
mezcla de libertad, mezcla de soledad.
Ni siquiera la costumbre puede evitar
ese gran vacío noche tras noche,
apenas puedo recordar tu rostro
que se funde con la niebla.
La mirada perdida en la lejanía, guiado por las luces del camino.
El terrible silencio de la soledad de un corazón vacío.
Mis pasos parecen saber a donde voy, 
pero no estoy seguro de nada. 
Podría perderme fácilmente entre las sombras.
Nadie me siguió, con nadie me crucé.
No son horas de andar en la oscuridad.
Cada día un tramo más por recorrer.
Cada noche algo nuevo para olvidar.
La mirada perdida en la lejanía, guiado por las luces del camino.
El terrible silencio de la soledad de un corazón vacío.
La luces del camino me iluminan para seguir buscándote.
Las luces del camino me iluminan en la oscuridad.


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martes, 4 de agosto de 2009

Silencio


Encerrado en casa, las ventanas cerradas, las cortinas echadas.

He tirado la llave, he cortado la luz, también el agua.
El teléfono ya no sonará, he arrancado los cables.

Nadie llamará a mi puerta nunca más.
Nadie volverá a saber de mi.

Solo y en silencio, no quiero escuchar ni un solo ruido.

Encerrado en mi habitación, el armario tapia mi puerta.
Lleno de ropa que nunca usaré y de zapatos para ningún pie.
Metido en mi cama con la cabeza bajo la almohada,
atado con las sábanas, cubierto con las mantas.

Que en invierno ya no servirán por lo menos a mi.

Solo y en silencio, no quiero escuchar ni un solo ruido.

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domingo, 7 de junio de 2009

Obsesionado

Entretenido en encontrar respuestas donde no las hay
obsesionado en arreglar el mundo desde tu rincón.
Empeñado en defender las causas justas
empecinado en arreglarlo todo a todas horas.
Persiguiendo en los periódicos cada mañana
algo por lo que seguir luchando día tras día.
Mientras tu vida se escapa sin darte otra oportunidad
y te conformas con soñar despierto.
En un mundo paralelo imaginas tu existencia
atrapado en la espiral infinitamente.

Abre los ojos mira donde nunca miraste y veras que todo es menos importante.

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Afortunadamente


Piedras de colores en el parque pisadas por pequeños pies, afortunadamente sordas, afortunadamente.
Gorriones que rebuscan en las piedras miguitas de pan que algún abuelo echó, y vuelan, afortunadamente vuelan.
Mientras el sol se oculta y se insinúa la luna el silencio se abre paso, afortunadamente, y estoy solo, afortunadamente.
Y ahora puedo escuchar las hojas caer sobre las piedras y como los insectos me amenazan mientras las sombras se alargan.
Soy afortunado por estar aquí un nuevo día, por sentir el frío del amanecer en mi rostro, por poder acariciar el rocío en este banco, soy afortunado, afortunadamente.
El aire ya no huele a perfume, solo a tierra mojada y la luz del sol calienta mi cara, afortunadamente.
Los pequeños pies volverán a pisar las piedras, pero yo ya no estaré, afortunadamente no estaré.

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miércoles, 21 de enero de 2009

La sombra



Si las sombras pudieran hablar contarían tantas cosas… cosas que sorprenderían a nuestra propia memoria.
Siempre pegada a nosotros, unas veces detrás, otras delante.
Siempre observando en silencio, aunque no podamos verla.
Qué pensará cuando andamos con prisa por la mañana, cuando en el metro pisamos otra sombra extraña.
Que pensará cuando se oculta en la noche, cuando en la cama la aplastamos contra la sábana.

Sombra alargada, sombra delgada, mala sombra pegada a mis pies.
Sombra de alcoba, sombra de hotel, sobra indiscreta que todo lo ve.
Sombra tenue, tras la cortina, sombra lasciva de tu desnudez.
Sombra con miedo, tras la esquina, en lo recuerdos de mi niñez.

Si pudiéramos volar podría ser libre un momento pero lo más que se aleja es cuando damos un salto.
Donde irá la sombra cuando apagamos la luz, es que alguien ha visto su sombra en el espejo.
Y si fuésemos solo el cuerpo de nuestra sombra, donde va la sombra cuando llega el final.

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lunes, 19 de enero de 2009

Caprichosamente




Cuando era un niño solía imaginar que la luna era el lugar donde nacían los sueños.
Que su reflejo en el mar era el sendero para caminar hacia ellos.
Que el sol brillaba tanto porque era de oro macizo.
Que el viento contaba cuentos y no podía entenderlos.
Que el mar se terminaba en el horizonte con un gran salto a un vació infinito.
Y en las nubes podía ver miles de animales que cambiaban de forma caprichosamente.
Ahora todo es tan real que da miedo mirarlo, ya la magia se perdió, ya no basta imaginarlo.
La inocencia se esfumó, la risa se tornó llanto.
Quien pudiera regresar solo de vez en cuando.

Andaba bajo la lluvia sin importarme, con mi gorra calada, los pies llenos de barro.
Chutaba latas de cola, saltaba vallas prohibidas.
Siempre lleno de pupas, heridas en mis rodillas.

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domingo, 18 de enero de 2009

Solo Palabras


Palabras sin sentido en un lugar que, tal vez, tampoco tengan mucho,
al igual que cualquier otro lugar en este desgraciado mundo.

Palabras sin sentido, consejos sin palabras, ¿Quién los escucha, quien los ha creado y para que?

La gente habla demasiado y piensa poco.
¿Puede haber alguien que no recuerde? ¿Que pretende? ¿Qué espera?
Palabras sin sentido en una hoja, en la mente de cualquiera, el cual no tiene sentido, sea quien sea.

Palabras sin sentido para cualquiera que las quiera escuchar.
No hay remedio sea cual sea el lugar en este mundo sin sentidos y sin sentimientos.

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La chica del café


Se subió a un tren un lunes por la mañana, hacia un frio que calaba los huesos. Iba sin billete ni destino, lo cierto es que no sabía ni porque lo hacía. Solo quería dejar atrás recuerdos que no quería recordar, gente a la que nunca quiso conocer. Sin rumbo fijo recorre los vagones sin encontrar un solo sitio vacio. Aquella mañana, desapareció sin decir adiós, sin más que lo puesto. Un bolso con un pintalabios, una entrada de cine usada, unas monedas sueltas y un pañuelo lleno de lágrimas.

Y todos se preguntan porque, que había ocurrido con la chica del café, si parecía tan feliz cuando servía el té con aquella sonrisa iluminando su cara. Dicen que bajó en una estación ya de madrugada, con hambre y casi sin voz y esperó sentada en el andén hasta que amaneció y que a otro tren subió desencajada, con la mirada perdida hacia la nada, pálida de frio sin volver la vista atrás.

Cuentan que tropezó con su bolso y que la gente miraba pero no hacía nada, que se levantó como pudo, dolida, que su rodilla sangraba. Dicen que algunos reían mientras secaba su herida con su pañuelo lleno de sudor de sangre y de lágrimas.

Y nadie nunca le preguntó porque sus ojos brillaban los lunes por la mañana, pensaban que era de poco dormir, de la juerga y el humo del fin de semana.

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